miércoles, 2 de octubre de 2013

Loreley (Guillaume Apollinaire)

Apollinaire y Loreley

Apollinaire es un personaje bastante singular en la historia de la Literatura. Un hombre políglota, sin duda trasgresor y amigo de una comunidad artística parisina que definió el arte de la primera mitad del siglo veinte. La verdad es que muchos de sus escritos ya nos han quedado lejos, debido a que las vanguardias cercanas al surrealismo no tuvieron muy buen eco. Aún así nos quedan sus caligramas, poesías que eran escritas para formar figuras ligadas al tema desarrollado en el texto. Sin duda nos han quedado muchos textos que vale la pena revisar, entre ellos la obra Las tetas de Tiresias, en la que se basó Poulenc para realizar una ópera, sus poemas Alcoholes que no pertenecen a los Caligramas, y sus ensayos críticos donde definió los aspectos fundamentales del surrealismo y el cubismo.
De Alcoholes está tomado el texto del día de hoy. El poema deja bastante claro su tema, pero vale la pena decir que el nombre no es gratuito. Asociado con un risco en el curso del río Rhin, su leyenda fue asociada a una ondina que conservaba la vocación griega de las sirenas de encantar con la belleza de su voz y hundir los barcos que pasaban cerca de su hogar. La figura de Loreley ha quedado asociada a la música gracias al poema de Apollinaire que queda musicalizado en la Catorceava Sinfonía de Shostakovich. Muchos poetas han dedicado una pieza a esta figura fantástica: Heine y Sylvia Plath han destacado en la historia, aunque incluso una canción de los Scorpions hace referencia a la figura. Disfruten de los poemas, y aléjense de quienes con su belleza buscan la perdición de los demás. 

Loreley

En Bacharach vivía una rubia hechicera
Que hacía morir de amor todos los hombres a la redonda

Ante su tribunal el obispo la citó un día
La absolvió por adelantado a causa de su belleza

Oh bella Loreley de ojos de pedrería
De qué mago tienes tu brujería

Estoy cansada de vivir y mis ojos son malditos
Y los que me han mirado obispo han perecido

Mis ojos son llamas y no pedrería
Arrojad arrojad al fuego esas hechicerías

Ardo en esas llamas oh bella Loreley
Que otro te condene porque me has embrujado

Obispo os burláis rogad por mí a la virgen
Hacedme pues morir y que Dios os proteja

Mi amante se ha ido hacia un país lejano
Hacedme pues morir porque ya no amo nada

Mi corazón me hace tanto daño es necesario que muera
Si mis ojos me vieran sucumbiría al hechizo

Mi corazón me duele desde que me dejó
Mi corazón me duele desde que se marchó

El obispo hizo venir tres caballeros con sus lanzas
Llevad hasta el convento a esta loca mujer

Vete Lore Loca Vete Lore tu mirada fulgura
Serás una monja vestida de negro y blanco

Por el mismo sendero marcharon los cuatro
La Loreley les imploraba y sus ojos brillaban como astros

Caballeros dejadme subir a aquella roca tan alta
Para ver una vez más mi bello castillo

Para reflejarme una vez más en el río
Luego iré al convento de las vírgenes y de las viudas

Allí en lo alto el viento agitaba su cabellera suelta
Los caballeros gritaban Loreley Loreley

Bajando por el Rhin se acerca quien me ama
Y de pie en su barquilla ya me ha visto y me llama

Calma corazón mi amante llega lentamente
Ella se inclina entonces y cae en el Rhin

La bella Loreley ha visto reflejados
En el agua sus ojos, sus cabellos dorado

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