Libros ficticios
No entraré en la polémica de si el Necronomicón existe o no. Lo que es interesante es el extraño fenómeno de los libros ficticios, que son simplemente citas de libros o que nunca existieron o de los que no sobrevivieron copias y que de muchas maneras se han insertado en nuestra cultura con igual o mayor fuerza que los libros que realmente han sido escritos.
Sin duda la pérdida más importante de la historia de la Humanidad fue la destrucción de la Biblioteca de Alejandría, que al parecer era un centro de enseñanza mucho más avanzado inclusive que nuestras universidades, donde se daban conferencias de todo tipo en sus instalaciones y que recopilaba todo el saber del mundo antiguo en esa época. La especulación sobre los libros que se perdieron han fascinado a los expertos en literatura durante siglos: las casi noventa obras perdidas de Sófocles y casi el conjunto de la obra de Esquilo, la obra completa de Aristóteles de la que destaca el enigmático tomo dedicado a la comedia que se menciona en El nombre de la Rosa, las versiones alternativas de la Odisea, los numerosos libros de la Historia de la Antigüedad con los volúmenes faltantes de la obra de Tito Livio, los tomos de Medicina de los Antiguos Egipcios y las traducciones originales de la Biblia. La lista se extiende hasta donde la imaginación del mundo antiguo nos lo permite, pero nunca sabremos la verdad.
Sin duda los libros ficticios era uno de los temas preferidos de Borges en sus cuentos. Su uso de la narración para crear libros nos demuestra cómo son los textos los que realmente crean la civilización y no al revés. Tlön, Uqbar, Orbit Tertius es un ejemplo muy importante en este sentido, ya que nos demuestra como la voluntad de los individuos infiltrando textos sobre mundos imaginarios poco a poco van contaminando la realidad, una metáfora perfecta de cómo la literatura funciona modificando la realidad hasta que se termina pareciendo a los libros. El libro de arena es otro artefacto con forma de libro que crea Borges, un libro infinito que pervierte la realidad y puede destruir a un lector que no tiene el buen tino de deshacerse pronto de él.
El profesor Moriarty, el archirrival de Sherlock Holmes, se dice que tiene un tratado de la dinámica de los ateroides y otro del binomio de Newton. Se dice que Robert Louis Stevenson quemó el original de Jekyll y Hyde por una crítica de su esposa, por no hablar de la primera esposa de Hemingway que perdió los manuscritos que escribió durante la Guerra. La lista podría continuar indefinidamente, y a tal punto estos libros nos seducen que podemos llegar a pensar que son reales, y a veces su influencia es más fuerte que muchos libros mal escritos.
Por supuesto, queda la duda de si Lovecraft inventó el Necronomicón o al revés.
Historia del Necronomicón
Breve, pero completo, resumen de la historia de este libro, de su autor, de diversas traducciones y ediciones desde su redacción (en el 730) hasta nuestros días.
Edición conmemorativa y limitada a cargo de Wilson H. Shepherd, The Rebel Press, Oakman, Alabama.
El título original era Al-Azif, Azif era el término utilizado por los árabes para designar el ruido nocturno (producido por los insectos) que, se suponía, era el murmullo de los demonios. Escrito por Abdul Al Hazred, un poeta loco huido de Sanaa al Yemen, en la época de los califas Omeyas hacia el año 700. Visita las ruinas de Babilonia y los subterráneos secretos de Menfis, y pasa diez años en la soledad del gran desierto que se extiende al sur de Arabia, el Roba el-Khaliyeh, o "Espacio vital" de los antiguos, y el Dahna, o "Desierto Escarlata" de los árabes modernos. Se dice que este desierto está habitado por espíritus malignos y monstruos tenebrosos. Todos aquellos que aseguran haber penetrado en sus regiones cuentan cosas extrañas y sobrenaturales. Durante los últimos años de su vida, Al Hazred vivió en Damasco, donde escribió el Necronomicón (Al-Azif) y por donde circulan terribles y contradictorios rumores sobre su muerte o desaparición en el 738. Su biógrafo del siglo XII, Ibn-Khallikan, cuenta que fue asesinado por un monstruo invisible en pleno día y devorado horriblemente en presencia de un gran número de aterrorizados testigos. Se cuentan, además, muchas cosas sobre su locura. Pretendía haber visto la famosa Ilrem, la Ciudad de los Pilares, y haber encontrado bajo las ruinas de una inencontrable ciudad del desierto los anales secretos de una raza más antigua que la humanidad. No participaba de la fe musulmana, adoraba a unas desconocidas entidades a las que llamaba Yog-Sothoth y Cthulhu.
En el año 950, el Azif, que había circulado en secreto entre los filósofos de la época, fue traducido ocultamente al griego por Theodorus Philetas de Constantinopla, bajo el título de Necronomicón. Durante un sigo, y debido a su influencia, tuvieron lugar ciertos hechos horribles, por lo que el libro fue prohibido y quemado por el patriarca Michael. Desde entonces no tenemos más que vagas referencias del libro, pero en el 1228, Olaus Wormius encuentra una traducción al latín que fue impresa dos veces, una en el siglo XV, en letras negras (con toda seguridad en Alemania), y otra en el siglo XVII (probablemente en España). Ninguna de las dos ediciones lleva ningún tipo de aclaración, de tal forma que es sólo por su tipografía que se supone la fecha y el lugar de impresión. La obra, tanto en su versión griega como en la latina, fue prohibida por el Papa Gregorio IX, en el 1232, poco después de que su traducción al latín fuese un poderoso foco de atención. La edición árabe original se perdió en los tiempos de Wormius, tal y como se dijo en el prefacio (hay vagas alusiones sobre la existencia de una copia secreta encontrada en San Francisco a principios de siglo, pero que desapareció en el gran incendio). No hay ningún rastro de la versión griega, impresa en Italia, entre el 1500 y el 1550, después del incendio que tuvo lugar en la biblioteca de cierto personaje de Salem, en 1692. Igualmente, existía una traducción del doctor Dee, jamás impresa, basada en el manuscrito original. Los textos latinos que aún subsisten, uno (del siglo XV) está guardado en el Museo Británico y el otro (del sigo XV) se halla en la Biblioteca Nacional de París. Una edición del siglo XVII se encuentra en la Biblioteca de Wiedener de Harvard y otra en la biblioteca de la Universidad de Miskatonic, en Arkham; mientras que hay una más en la biblioteca de la Universidad de Buenos Aires. Probablemente existían más copias secretas, y se rumoreaba persistentemente que una copia del siglo XV fue a parar a la colección de un célebre millonario norteamericano. Existe otro rumor que asegura que una copia del texto griego del siglo XVI es propiedad de la familia Pickman de Salem; pero es casi seguro que esta copia desapareció, al mismo tiempo que el artista R.U. Pickman, en 1926. La obra está severamente prohibida por las autoridades y por todas las organizaciones legales inglesas. Su lectura puede traer consecuencias nefastas. Se cree que R.W. Chambers se basó en este libro para su obra El rey en amarillo.
CRONOLOGÍA
Al-Azif se escribe en Damasco en el 730, por Abdul Al-Hazred.
Traducción al griego con el título de Necronomicón, a cargo de Theodorus Philetas, en el 950.
El patriarca Michael lo prohíbe en el 1050 (el texto griego). El árabe se ha perdido.
En 1228, Olaus traduce el texto griego al latín.
Las ediciones latina y griega son destruidas por Gregorio IX en 1232.
En 14... (?) aparece una edición en letras góticas en Alemania.
En 15... (?) el texto griego es impreso en Italia.
En 16... (?) aparece la traducción al castellano del texto latino.
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