lunes, 28 de octubre de 2013

A la buena sirvienta que un día os tuvo celosa (Charles Baudelaire)


Poetas malditos

Hay ciertas designaciones que a pesar de tener una acuñación muy precisa, lo cierto es que pueden ocuparse de manera generalizada en muy distintas circunstancias. Pasa con la Generación Perdida, que a pesar de haber sido establecida por Gertrude Stein para designar a Hemingway, Elliot y otros escritores que perdieron el rumbo después de la Primera Guerra Mundial, lo cierto es que aplica muy bien a varias generaciones de estudiantes con los que he malgastado algo de mi tiempo y algunos alumnos que no han tenido muy buena suerte. Sucede algo parecido con la designación de los "Poetas Malditos", grupo de poetas franceses encabezados por Baudelaire y que incluyen a Rimbaud y a Verlaine, aunque muchísimos autores a lo largo del tiempo podrían haber sido designados así o muchos intentan ser designados de esta manera. 
No deberíamos olvidar que estos poetas tuvieron su mayor logro en despojar a una poesía embuida en loas al pasado clásico y a los temas comunes en la poesía para dotar de frescura a sus palabras, abordando una estética ligada con la muerte, lo desagradable y lo prosaico para encontrar valor a través de la forma poética y la sinceridad de la mirada. Con imágenes perturbadoras e inolvidables estos poetas nos hablan acerca de lo cruda que es la vida, despojándola de ornamentos y mostrando de manera menos afectada aquellos aspectos de la realidad que preferiríamos no ver. Es por ello porque son malditos: porque sus temas se oponen abiertamente al lugar común de la sociedad, por lo que son condenados y perseguidos. Para colmo de males su visión está ligada con la adolescencia, por lo que son criticados como lo fue Sócrates por escandalizar a la juventud. Vemos de esta manera como algunos patrones se repiten. 
Pero también es cierto que en sus vidas hay algo de mala estrella que no necesariamente se explica por los temas que tocan. Así, es verdad que hay autores tocados por una mala estrella en la cual los vicios y la desventura se unen para marcar su vida de manera definitiva. Hombres con las manos y el cerebro roto, parafraseando a Bukowski, artistas como Goya, como van Gogh, como Huxley, como Joyce y como Lautrec, por mencionar los que me vienen a la mente. Gente que a pesar de su genio (o tal vez precisamente por su genio) se evaden como pueden de la realidad y a veces en esa evasión se pierden para siempre. Y es que es más maldita la realidad que el destino de sus propios autores, a veces la sociedad bienpensante tiene monstruos más atroces que el caos al que ellos temen.
Dejo este poema de Baudelaire, que a pesar de tener un volumen de poemas exclusivos de la muerte, me gustó mucho más el presente para presentar el día de hoy.   


A la buena sirvienta que un día os tuvo celosa

A la buena sirvienta que un día os tuvo celosa
Y que su sueño duerme bajo la humilde hierba,
Pese a todo, debiéramos llevarle algunas flores.
Los muertos, pobres muertos, tienen grandes pesares
Y cuando lanza Octubre su viento melancólico
Que despoja a los árboles en torno de las tumbas,
A los vivos, sin duda, encuentran bien ingratos
Por dormir tibiamente bajo sus cobertores,
Mientras que, devorados por negras pesadillas,
Sin agradables charlas, sin compañía en el lecho,
Esqueletos helados que trabajó el gusano,
Ellos sufren las nieves goteantes del invierno,
Y transcurrir el siglo, sin que amigos ni deudos,
Reemplacen los jirones que penden de sus verjas.
Cuando silba y crepita el leño, si una noche,
Tranquila, en el sillón la viera reclinarse,
Si en una noche azul y helada de Diciembre
La encontrara encogida en un rincón del cuarto,
Grave y recién llegada de su lecho perenne,
Ciñendo al niño grande con maternal mirada,
A aquella alma piadosa ¿qué le respondería
Viendo caer las lágrimas de sus profundos párpados?

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