lunes, 16 de septiembre de 2013

Farabeuf (Salvador Elizondo)

Salvador Elizondo el desconocido

Es probable que fuera de México el escritor Salvador Elizondo ya no sea tan reconocido como lo fue en los años setenta. Para mi sorpresa murió en el año 2006, fuera de la pompa que caracterizó a la muerte de Carlos Fuentes o de las apariciones mediáticas que si tuvieron Juan José Arreola o inclusive Ricardo Garibay. Amante de James Joyce y Ezra Pound (influencias que se dejan notar fuertemente en Farabeuf, el texto que leeremos hoy), un hombre nostálgico por el México de su niñez contra el país contemporáneo que se levantaba ante sus ojos y un gran conocedor de la puntura como su primer amor, escribió esta novela críptica y de momentos de gran belleza a mediado de los años sesenta. ¿Por qué ha sido dejado de lado esta gran obra frente a Aura, a los poemas de José Emilio Pacheco o inclusive frente a Los de Abajo? Parte el alejamiento voluntario al panteón institucional, parte porque es verdad que el tiempo no ha permitido el buen tránsito de la obra, que quizás ha quedado en la lectura de los expertos en literatura latinoamericana y que valdría la pena recuperar. 
¿De qué se trata Farabeuf? ¿Del doctor francés decimonónico especialista en cirugía? ¿De un asesinato y desmembramiento? ¿De la estructura mutable de la realidad? Ante todo es una experiencia de lectura, difícil de describir y que es preferible experimentar. Sus temas: el cuerpo, el cambio, la muerte, todo bajo los símbolos del árbol y los hexagramas del I Ching, el método adivinatorio chino y sin duda eco del ejemplo de Pound. Como eje tiene el desmembramiento de una mujer, pero ante todo es un experimento verbal de imágenes perturbadoras y al mismo tiempo bellas que atrapan a un lector que queda desconcertado y fascinado hasta la última página. Regresemos a esta extraña obra, eco de la experimentación de otros tiempos, para ser consciente de los límites que puede alcanzar la narración cuando se propone realmente alcanzar un fin artístico. 
Si les interesa búsquenlo en librerías, ya que es muy difícil conseguirlo en la red. 

Farabeuf [fragmento] 

[...]

¿Hay algo más tenaz que la memoria? 

Esperando se ha detenido ante la puerta reflejada en el espejo, ha caído la noche, de pronto como una red de plomo que todo lo aprisiona. El otro la contempla apoyado en la mesilla de mármol mientras juega distraídamente con un viejo bisturí manchado de sangre, oxidado por la humedad del ambiente, corroído por los años. Ella se ha quedado inmóvil frente al espejo en el que se refleja una puerta detrás de la cual guardan celosamente un secreto. Él la mira con tanta pasión que su cuerpo se desmaya y se incorpora en un solo movimiento que es como una convulsión solemne y fatídica. A lo lejos se escucha un ¿por qué? - un ruido aéreo, como el de una alarma, como el ulular de las sirenas o como un granido espasmódico. Ha caído la noche, de pronto, como una lluvia intempestiva: como una lluvia intempestiva. Él le dice: ¿Recuerdas...?, y ella se queda quieta, congelada en ese quicio figurado en la superficie de ese espejo suntuoso y manchado en el que se refleja una puerta tras la cual él y ella ocultan un secreto pulsátil de sangre, de vísceras que si no fuera por esa puerta y ese espejo que la contienen, su mirada todo lo invadiría con una sensación de amor extremo, con el paroxismo de un dolor que está colocado justo en el punto en el que la tortura se vuelve un placer exquisito y en el que la muerte no es más que una figuración precaria del organismo. 
El recuerdo no hubiera abarcado aquel momento. Más allá del suplicio la memoria se congelaba. Por eso, antes de de liberarlo de aquellas amarras tensas, antes de desanclarlo como se desancla un barco al capricho de la marea, se habían entretenido todavía algunos minutos - él y ella - para tomar las fotografías. Lo habían fotografiado desde todos los ángulos. "Hay que ayudar a la memora - dijo - por eso la fotografía es un gran invento". Y entonces empieza a caer la tarde. Las placas no dan de sí. Hubo que descargar el aparato para poder utilizar esa nueva película alemana muchísimo más sensible. 

¿Recuerdas? 
Sí, un segundo...   

[...]
   

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